Las primeras tardes de marzo han trascurrido desmantelando de ropa de invierno el armario que perteneció a la abuela, y entre carreras al sótano cargada de sombrereras, guardapolvos, foulares y complementos de invierno. Hasta las botas de agua que le copie a Kate Moss de su posado en Coachella descansarán hasta nueva orden en el desorden del cuarto trastero. Y las despido con mohines, ¡qué conste! que grandes ratos me han dado chapoteando en los charcos en la entrada del portal cuando nadie me miraba.
Ahora toca hacer sitio a los vestidos de flores, a los tocados para el pelo, y a las sandalias, que las tardes ya suenan a terracitas en la plaza del dos de mayo, compritas en la Gran Vía y festivales de obligada asistencia como éste:
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2 comentarios:
Esa es mi niña, ¡siempre en la cresta de la ola del modernismo!!. Me apetec todo desempolvar la ropita colorida de verano y coger ese bronceado que tan bien nos sienta... ¡y xo el FESTIVALAZO q llega a los madriles, cita obligada!!:)
muas
ME ENCANTAN LOS TOCADOS! ERES GENIAL !! RAQUEL PINTADO
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